Me gusta la sorpresa de poner unas tiras de carne roja en un plato e invitar a tus más allegados a probar el manjar después de pasarlo por una plancha bien caliente. ¿De buey? Me preguntan, ¿de avestruz? Se arriesgan. No, de potro, les aseguro. Y ninguno se queja después de haberla probado. Es una suerte tener este producto gourmet al lado de casa, en el barrio. ¡Gracias!
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